El ruido de la cascada nos impedía hablar, el paisaje era tan bonito, al fondo se veía su pueblo pequeñito y bonito como es el, un día de mucho calor, unas ganas terribles de tirarte al agua y disfrutar de un día de primavera. El agua nos invadía poco a poco, cada vez estábamos más mojados, por el agua que llegaba de la cascada, nos daba igual, lo importante era estar juntos, aunque fuera poco rato. Miles de besos, de abrazos, de caricias, de sonrisas, de miradas que no nos hacía falta nada más, solo estar juntos y nadie más. Las ganas nos pudieron, el calor, el agua, la diversión, todo, hizo que nos tiráramos por la cascada abrazados, ni un centímetro de distancia, no tenía miedo, estaba segura de que no iba a pasar nada, estaba con él. ¿Que me podía pasar? nada, estaba segura en sus brazos, me sentía protegida. En esas milésimas de tiempo, de la cascada al agua, sentí que cada día le quiero más.