se han pasado por aqui...

iberia

sábado, 11 de junio de 2011


 A las personas nos marcan los años de experiencia de vida, al fin y al cabo somos el resultado de todo lo que hemos vivido. Y es verdad. Un niño, un adolescente... no sabe nada, es como un recién nacido. En ocasiones los adolescentes creemos saberlo todo, ser suficientemente sabios ante todo. Pero nos equivocamos. No somos más que hormigas que han de conocer mundo, que deben aprender porque, al fin y al cabo, nunca dejamos de hacerlo. Creemos que somos nosotros, y el mundo, cuando en realidad nosotros somos parte de ese mundo. Estamos todos en un mismo saco, bajo diferentes circunstancias, sobre diferentes continentes, de diferentes colores. No importa, el mundo es suficientemente grande para que quepamos todos, aunque muchas veces creamos que sobran personas. Creemos que para resolver las cosas es necesario gritar, rebelarse ante todo y ante todos; nos volvemos a equivocar. Que el amor está en todos lados, en cada momento, que estar de novios ahora es lo mejor. Para nada. Ahora mismo, lo único que importa es liarse con cincuenta mil. Estamos tan equivocados que realmente nos acabamos creyendo lo que la sociedad quiere que creamos. No tenemos personalidad, vivimos en un mundo de clones.
Si nos molestáramos en escuchar a la gente mayor, y, al decir mayor me refiero a una edad superior a los setenta, nos daríamos cuenta de lo errados que estamos. De que el amor llega en la edad madura, no a los dieciséis. De que lo que acaba importando es lo que tiene uno por dentro. De que deberíamos moldearnos nuestra propia personalidad de acuerdo con lo que somos, ser nosotros mismos y vivir como queremos. Que lo que realmente cuenta es cuántas cosas hacemos por ayudar al prójimo, y no por satisfacernos a nosotros.
Dicen que una persona mayor es el mejor maestro, y así es. Es necesario escuchar para aprender.

No hay comentarios:

Publicar un comentario