podría describir cada una de sus facciones con miles de versos, pero jamás podrías imaginarte la belleza de su rostro. Podrías creerme cuando te digo que en el instante en el que cruzo su mirada, un instante que dura casi tanto como el paso de una estrella fugaz en la lluvia de estrellas de verano, todo es posible. Que Conozco de sobra la sonrisa socarrona que esboza cuando está disfrutando realmente el momento. Conozco una pequeña parte de sus manías, de sus costumbres, el resto las iré descubriendo día a día. Que no hay nadie en este mundo que le quiera tanto como le quiero yo, y no hay nadie que me quiera tanto como él. O al menos eso me hace creer cada día. Una de las mil cosas que me ha enseñado en este tiempo es que aun nos queda mucho por aprender, mucho por crecer, juntos, con el paso del tiempo. Que cada día es un sentimiento más grande, dos manos que encajan a la perfección, personalidades completamente compatibles, nada de polos opuestos, dos almas hechas para amarse, como si el puto mundo hubiera sido creado para que nosotros, estemos juntos.