Egoístas por naturaleza.

En este estúpido mundo nada es sencillo. Los amigos no son para siempre, el amor no es eterno, la felicidad no es perpetua...
Vivimos contínuamente engañándonos a nosotros mismos, cubriéndonos a diario por miles de máscaras, y creyendo en algo imposible. Nos decepcionamos a nosotros mismos y a los demás, pero los otros también a nosotros. Un verdadero amigo jamás se cansará de darnos oportunidades, de perdonarnos si nos hemos equivocado o de darnos abrazos aunque no lo merezcamos. Un amor no nos engañará con otra, confiará plenamente en nosotros y nunca dejará de querernos con nuestros defectos y nuestras virtudes. La felicidad está al alcance de todos pero es efímera, razón por la cual hay que aprovechar cada día. Que por muy mal que estemos, siempre hay alguien que está peor pero somos incapaces de verlo. No nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos, algo tristemente cierto. No le damos el menor valor a lo que más nos importa, no perdonamos los errores de los demás pero queremos que perdonen los nuestros, queremos que los demás vengan a ver como estamos o nos llamen por teléfono pero no nos molestamos en hacerlo. Queremos más de lo que tenemos y parece que nos asusta el dar más que recibir. Quizás eso sea pura esencia humana, somos así y nada cambiará. No somos capaces de reflexionar sobre nuestra vida y de ver la facilidad que tenemos para todo, las posibilidades de un buen futuro y lo peor, de la buena vida a la que estamos acostumbrados...