se han pasado por aqui...

iberia

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Después de una tormenta siempre llega la calma.

Él fue mi tormenta; tormenta de sensaciones, tanto buenas como malas. La verdad es que más de lo primero que de lo segundo, pero tormenta al fin y al cabo.
Después llegaste tu, fuiste mi calma; la que yo necesitaba para subsistir, para sacar una sonrisa mientras reparaba lo que él había roto: mi corazón.
Se reparó, henchido de felicidad y ternura, sonrió al ver un nuevo amanecer lleno de promesas y sueños.
Pero la calma también puede irse para dejar paso a la tormenta.
Entonces el se convirtió en mi calma; y tu en una tormenta llena de rayos, truenos, lluvia, huracanes y de más, provocando así el más devastador de los destrozos. Ahora, mi corazón, roto de nuevo, levanta una muralla al rededor de los pedacitos, dispuestos a arreglarse y prepararse para lo peor.

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